Comunicación positiva
cuando todo va mal
¿Cómo puedes darle la vuelta cuando tu hija o hijo ha hecho algo mal y solamente quieres empezar a gritar? En esta situación es difícil mantener la calma, ¡lo sé!
Una comunicación positiva es lo más importante para lograr cambios positivos en tus niños. Pero en situaciones de estrés y con poca paciencia a veces resulta difícil mantener la calma. Todos hemos estado ahí, a punto de explotar. Aunque te resulte difícil de creer, puedes convertir estas situaciones en algo positivo y, además, si lo aplicas de forma constante, pasa cada vez menos.
Suena fácil, y lo es. Solamente tienes que practicar un poco.
Imagínate en uno de estos momentos en los que tu hija/o hace algo a propósito solamente para que te enfades o, mejor dicho, para que le prestes algo de atención. Al niño no le importa que le grites porque ha logrado lo que quería, tu atención, aunque en este caso es una atención negativa. También hay situaciones en las que ha hecho algo sin darse cuenta, pero pasa lo mismo. Puedes empezar a enfadarte o puedes convertirlo en algo positivo.
¿Cómo puedes lograr que estas situaciones no acaben mal?
Aquí te dejo algunos ejemplos para que la próxima vez le puedas dar la vuelta. Eso sí, cuando pase algo, respira hondo, piensa y, después, habla.
Cuando quieres decir: | Cámbialo por: |
¿Eres tonto/incapaz/inútil? | Eres muy bueno, ¿por qué lo has hecho? |
¡Duérmete ya, si no mañana estarás cansado! | Duerme cariño para que descanses bien. |
¡No me grites! | Te escucho perfectamente, ¿puedes bajar la voz? |
¡Te vas a hacer daño! | Hazlo, pero con cuidado. |
Eres tan torpe. | La próxima vez te irá mejor. |
¡Haces todo mal! | Inténtalo de nuevo, ¡tú puedes! |
¡Siempre tengo que enfadarme! | ¿Qué te parece tu comportamiento? |
¿Por qué me mientes? | ¿Y si me dices la verdad? |
¡No seas llorón/na! | Cuéntame, ¿qué te pasa? |
Os cuento un ejemplo real que ha ocurrido en mi casa:
Estamos a punto de cenar, por fin estamos todos en la mesa, una cena que me ha llevado tiempo preparar mientras los niños jugaban, después de un día intenso de trabajo. Cada uno tiene su bebida al lado del plato y, sin quererlo, el peque tira el vaso con su tenedor ya que aún no puede manejarlo muy bien. En este momento se acumula todo el estrés del día y es difícil mantener la calma. Todos hemos estado ahí, a punto de decir algo que seguramente empeoraría la situación. Dejo pasar este pensamiento y le digo con cariño y con firmeza:
“Tú eres un niño muy bueno, la próxima vez ten más cuidado. Por favor ayúdame a recogerlo. Entre los dos podemos limpiarlo rápido. ¿Puedes buscar el trapo en la cocina?
Ahora solo te queda esperar a la próxima vez, seguramente será pronto 😉 pero ahora estás un poco más preparado/a. Tengo dos niños en casa y con ellos he podido practicar mucho. Lo bueno de esta técnica es que, cuanto más la apliques, menos momentos habrá en los que llegues a explotar o a enfadarte. En caso de que no hayas podido cambiarlo al momento, apúntate las frases que has dicho y por la noche, antes de dormir, piensa cómo podrías darle la vuelta a lo que le has dicho. También te invito a escribirme si no encuentras las palabras adecuadas.